¿Cuándo y cómo debo cambiar las plumas del limpiaparabrisas?
Un elevado porcentaje de los accidentes de tráfico que se producen se deben a la reducción de la visibilidad en la carretera (entre un 20 y un 30%). Este tan sólo es uno de los motivos por los que debemos tener en perfectas condiciones todos los elementos de seguridad de nuestro vehículo y hacer revisiones periódicas de cada uno de ellos.
La pluma del limpiaparabrisas es un accesorio que, aunque no lo creamos, es uno de los más importantes del vehículo, ya que de ello depende gran parte de la visibilidad del conductor.
Planas y convencionales
Los expertos aseguran que las plumas del limpiaparabrisas deben cambiarse al menos una vez al año o, dependiendo del uso y la marca, pueden durar hasta los 24 meses. Existen dos tipos, según nuestro modelo de vehículo:
Planas: de goma, eficaces y con menor fricción sobre el cristal.
Convencionales: resistentes y de gran duración, se ajustan perfectamente al cristal.
Existen una serie de indicadores que nos alertan de que se debe cambiar las plumas del limpiaparabrisas: cuando dejan de limpiar, cuando al activarlas se aprecian restos de suciedad o cuando su movimiento produce un chirrido molesto que simula rayar el cristal.
¿Por qué se estropean?
Independientemente del uso, son muchos los factores que llevan a estropear las escobillas o plumas: el polvo del ambiente, la arena, la sal del mar, las excesivas temperaturas (tanto frío como calor), entre otros.
Cuando esto ocurre, la goma de la escobilla se reseca, endurece y pierde elasticidad. Una de las recomendaciones para su cuidado es el de limpiarlas con un paño húmedo, sin uso de productos químicos que puedan estropearlas antes de tiempo.
¿Puedo cambiar la pluma yo mismo?
En el 90% de los casos sí. Existen algunos modelos en los que se necesita un profesional para su sustitución, pero por norma general es el propio conductor quien puede adquirir y colocar las nuevas plumas.
Sólo hay que fijarse en la longitud y el tipo de anclaje de la escobilla. El siguiente paso es levantar la pluma y colocar un trapo que sirva de muelle en el caso de golpear el cristal; soltar el clip y fijar la escobilla al brazo del mecanismo. Retirar la escobilla antigua, colocar la nueva, fijarla y dejar caer suavemente la escobilla sobre el cristal.
El último paso será el de comprobar la efectividad y correcto funcionamiento activando el limpiabarabrisas, teniendo en cuenta que debe ser siempre con el cristal mojado para evitar rayar el cristal.
FUENTES: tgas.es